lunes, 21 de marzo de 2011

La amiga de los 12,

el rollo de los 15,

el amor de los 18,

el desamor de los 21,

la realidad de los 22.



Imitando el apego,

buscando el significado

de las caricias de barro.


Guerra de sin-verguezas,

nuestro primer vicio,

y también el beso

de más de dos minutos

en el escondite de siempre.


Y al fin,

saltamos sin cuerda,

imantamos las lenguas

creyendo que somos inmortales.


Ahora toca la tormenta.

Vagabundos de hombros,

mutilados de la maquinita roja.

Dudas...

¿Solo sirve el amor...

...para follar?

¿Tu, ella, el, yo?


Cambiamos de gafas,

la cerveza ya sabe diferente,

y el beso de anoche también.

Hacemos preguntas más complejas,

con respuestas más absurdas.


Te quitas el diminutivo

para poder dibujar mejor,

y aun sigues confundiendo

un hasta luego y un adiós.


¿De quien fue la ultima condena

de un te quiero drogado?

¿De quien es la sonrisa,

que hay dibujada en el baño?



...



Puede, que de una historia real.

¿O tal vez a los 30,

cambiamos de nuevo de gafas?

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